El estreñimiento funcional es una de las consultas más comunes en pediatría, representando hasta un 25% de las visitas a gastroenterología pediátrica. Aunque suele pasar desapercibido como una molestia leve, esta condición puede afectar de manera importante la calidad de vida de niños y sus familias si no se trata adecuadamente.
¿Qué es el estreñimiento funcional?
A diferencia del estreñimiento causado por una condición médica subyacente, el estreñimiento funcional ocurre sin una causa orgánica aparente. Se caracteriza por evacuaciones infrecuentes, dolorosas o difíciles, heces duras o voluminosas, y conductas de retención. Para ser considerado funcional, los síntomas deben estar presentes al menos un mes.
¿Qué lo causa?
Las causas son múltiples y a menudo se combinan:
Evaluación médica
El diagnóstico es principalmente clínico, guiado por los criterios de Roma IV. Es importante identificar señales de alarma que puedan indicar un problema orgánico, como sangre en las heces (no atribuible a fisura anal), retraso en la expulsión del meconio al nacer, pérdida de peso, distensión abdominal severa o anomalías neurológicas.
El examen físico y la historia clínica detallada suelen ser suficientes, pero en casos específicos podrían requerirse estudios como ecografía, radiografías o biopsias para descartar enfermedades como Hirschsprung.
Tratamiento: un enfoque integral
1. Desimpactación fecal (si hay acumulación severa de heces):
Se puede realizar con laxantes orales como el polietilenglicol (PEG) o mediante enemas, según la tolerancia del niño.
2. Terapia de mantenimiento:
El objetivo es lograr una evacuación diaria, sin dolor, usando laxantes suaves y seguros. El PEG sigue siendo el fármaco de primera elección. Alternativas como lactulosa o jugos con sorbitol también pueden ser útiles, especialmente en niños pequeños.
3. Intervención no farmacológica:
Incluye educación de la familia, cambios en la dieta, aumento de la actividad física y establecimiento de rutinas de baño. Es fundamental fomentar una experiencia positiva en el uso del inodoro y evitar el castigo.
4. Seguimiento continuo:
El tratamiento debe mantenerse por al menos dos meses una vez resueltos los síntomas, y luego reducirse de forma gradual para evitar recaídas. La mejora suele ser progresiva y puede tardar varios meses.
¿Qué pronóstico tiene?
El pronóstico es favorable si se detecta y trata a tiempo. Más del 60% de los niños responden bien al tratamiento dentro del primer año. Sin embargo, una parte significativa puede presentar recaídas o arrastrar síntomas hasta la adolescencia, especialmente si hay un inicio muy temprano o episodios prolongados de retención fecal.
En resumen, el estreñimiento funcional infantil no debe subestimarse. Su abordaje requiere paciencia, consistencia y un enfoque multidisciplinario que combine medicamentos, educación y cambios en el estilo de vida. Identificar y actuar temprano es clave para evitar complicaciones físicas y emocionales a largo plazo.
Fuente: articulo de la DIC (Drugs in Context)
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